domingo, 15 de mayo de 2011

Aikido, ¿qué Aikido?

Cuando comencé a entrenar y caminar este sendero mi mente estaba clara en lo que buscaba. Nada sabía de rangos, posiciones o lucha de poder. Me interesaba sólo conectar mi mente con mi cuerpo que hasta ese momento andaban algo separados. Desde Descartes quien dijo, "Pienso, luego soy", esta dicotomía mente/cuerpo es la que impera en el mundo en que vivimos y se acentua cada día más con el pensamiento de que la materia es maligna, pecadora y perversa. Como si ella se moviera sóla sin la intención y/o empeño de una voluntad que carece de materia y que está en nuestros pensamientos y voluntad.

Habiendo comenzado a caminar el sendero observé y participé de exámenes para rango con múltiples resultados, de conversaciones acerca de posiciones y fui testigo de luchas no declaradas que se expresaban en comentarios definidos y sutiles de lo que
"era el mejor Aikido" o de "quienes eran los mejores practicantes". Hubo momentos en que si no hubiese sido porque mi mente hasta ese entonces estaba clara en lo que buscaba creo que me hubiera ido porque yo en particular, no llenaba ciertos criterios.

Habiendo comenzado a caminar en el sendero, y estando ya disfrutando de muchos de sus beneficios, además de haber leido palabras del fundador llegué al convencimiento de que Aikido era mucho más que técnicas, caidas y lanzamientos. Aún el mismo O'Sensei había expresado que la
"verdadera lucha es la lucha contra uno mismo", significando ésto para mi que la meta final era una de desarrollo individual y logros más íntimos. Y en este convencimiento continué caminando, entrenando, entendiendo, preguntando y hasta dudando en ocasiones de mi misma, de si pudiera yo completar el entrenamiento de cada dia y mucho menos alcanzar el cinturón negro. Y lo alcancé pese a la edad, malos entendidos y conflictos, mis rodadas, y ukemi no tan ágil, las rodillas y tantas otras cosas que se presentaron de frente como obstáculos. Y empecé a perderme en el camino.

Fue algo sutil y no ocurrió de sopetón. Dejé de colocar los ojos en la intención y propósito inicial para ponerlos en el lugar equivocado. Entiéndase, equivocado para mi. Para otros, quizás correctos pero no para lo cual me acerqué al Aikido.

mcr