Un acto tan sencillo como abrir o cerrar nuestras manos podr[ia definir el resto de nuestras vidas. ¿A qué nos aferramos?. ¿Qué nos cuesta soltar?. ¿Creemos que lo tenemos todo o hay algo más que buscar?.
Para recibir, nuestras manos deben abrirse creando el espacio para lo nuevo. Lo que una vez las ocupaban escurriéndose suávemente o cayendo hacen espacio.
¿Qué será?. ¿Seremos capaces de soltar y arriesgarnos a recibir?.
Sensei Myriam
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