A pesar del frio de la temporada me estoy convenciendo cada dia de que me gusta el invierno. Hay algo acerca de esta temporada que me enfatiza la belleza de la desnudez. Contradictorio. Es cierto, porque durante esta época vestimos con capas y capas de ropa para mantener el cuerpo calientito. Sin embargo, la naturaleza en su forma muy particular nos ofrece una imagen gloriosa de la belleza de la desnudez.
Durante el otoño, otra de mis estaciones favoritas, las hojas comienzan a caer de muchos de los árboles. Y las ramas con sus troncos quedan al descubierto brindándonos formas que hasta este momento se encontraban escondidas. Y lo que antes se ocultaba por el follaje ahora queda al descubierto.
Desnudos, si los árboles. No todos, pero muchos. Y sin la cubierta de las hojas vemos la verdadera forma. ¿Habrá algo similar en nuestras vidas?. ¿En mi vida? Me da con pensar que si. ¿Cuánto de lo que nos cubre necesita caer para revelar la verdadera forma de nuestras vidas? ¿Mi vida?. La vida no se acaba en invierno. Los árboles no están muertos. Están desnudos sólo por un tiempo. Y en su desnudez muestran su forma, firme y fuerte. No hay nada extra. Sólo ellos erguidos y sus ramas como manos con dedos extendidos hacia arriba proclaman lo que antes no nos era evidente. Y ahora si lo es.
Desnudos, si los árboles. No todos, pero muchos. Y sin la cubierta de las hojas vemos la verdadera forma. ¿Habrá algo similar en nuestras vidas?. ¿En mi vida? Me da con pensar que si. ¿Cuánto de lo que nos cubre necesita caer para revelar la verdadera forma de nuestras vidas? ¿Mi vida?. La vida no se acaba en invierno. Los árboles no están muertos. Están desnudos sólo por un tiempo. Y en su desnudez muestran su forma, firme y fuerte. No hay nada extra. Sólo ellos erguidos y sus ramas como manos con dedos extendidos hacia arriba proclaman lo que antes no nos era evidente. Y ahora si lo es.
mcr
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