Deseo concluir este tema en forma diferente a la versión de la otra página. Hemos recorrido un camino progresivo donde fuimos a los límites, las normas y las reglas. Y la necesidad de ellas para contenernos durante el proceso de nuestro crecimiento en la vida y en el arte. Porque ese es su razón, son un... contenedor. Son las reglas las que, en nuestra inmadurez nos guian y ayudan a no perdernos del camino. Cuando nos salimos fuera de los límites, viene la corrección que nos vuelve a encaminar. Durante el transcurso de ...¿cuántos años?. Uno, dos, tres, muchos...en ese proceso de mantenernos en el camino y de la correción cuando erramos algo se va formando adentro. Dentro, ¿dónde?. Dentro de nosotros mismos. Pasa el tiempo y ya no necesitamos los límites. No necesitamos de otro que nos diga qué hacer o qué no hacer. Se ha formado en nosotros el carácter de lo que las reglas externas contenían. Ya no necesitamos ser contenidos externámente, hemos sido formados.
Y ahora el resultado y la consecuencia de la formación es el comportamiento que nace del control interno. La paciencia, la humildad y la perseverancia han dado el fruto de la disciplina.
Sensei Myriam
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