martes, 18 de enero de 2005

"Se hace camino al andar..."

Esta frase pertenece a la canción de un canta autor muy conocido del habla hispana. Y expresa una gran verdad.

Recuerdo también la frase que una vez en una conversación, Ginny Whitelaw Sensei compartiera conmigo con respecto al zazen. Y es que el el hecho de sentarse es lo más importante. En una cultura donde se hablan de metas de esto y logros de lo otro. Olvidamos cuán importante es el proceso."Hacemos" mirando al frente, hacia lo que queremos lograr. Y en el día a día olvidamos el hoy. Nuestros ojos y corazón están enfrascados en la meta y en un contínuo proyectarnos hacia el futuro. Nos olvidamos del hoy que forma y da sentido a ese futuro. De esta forma nos convertimos en máquinas que hacen. Olvidamos que somos seres humanos que viven.

El camino, ¿cuál camino?. El sendero, ¿cuál sendero?. Entrenamos en el Sendero de la Armonía. Pero, mis conflictos y los tuyos son diferentes. Mi búsqueda de armonía no tiene la misma forma que la tuya. Aún en aspectos técnicos mi cuerpo y mis fuerzas son diferentes a las tuyas. No puedo imponerte ciega y obstinádamente un modelo y ya. O'Sensei dijo que el Aikido era para el mundo. Y el mundo es tan diverso. El mundo no era sólo Japón.

Y ¿qué hacemos con el hecho de que en el dojo hay un orden que seguir?. Esta pregunta viene a mi mente porque se que hay muchas formas de hacer la misma cosa. Sin embargo, hay un orden que seguir. Y este orden no es complicado. Yo misma tuve que decidir en una ocasión salir de un lugar porque por muchas razones ya no era prudente quedarme. El dojo, sea el que sea, es seguro que tiene una visión y personalidad. En ese lugar se reunirán los que sean afines a ella. Los que no, buscarán otro lugar donde se participe de la misma visión. Y si todavía no lo encuentra, le queda la alternativa de crear su propio espacio. El camino lo hacen nuestros pies al caminarlo.

Una poetisa puertorriqueña, Julia de Burgos expresó en uno de sus famosos poemas otra gran verdad.
En este mundo de modelos genéricos y de la búsqueda de ídolos a los cuales seguir, hay un camino más difícil que caminar. Es el camino de la integridad personal. Del que no se conforma con lo que le dicen y quiere entender un poco más allá. Del que busca cuál es su posición particular en el gran esquema de la vida. Del que se convierte en su propia autoridad, sin que ésto le impida relacionarse, participar y colaborar con un grupo de iguales en pos de metas y logros comunes. Ella lo expresó con las siguientes palabras:

" Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite de mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisora
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mia
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos;
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mi como fue en mi la vida...
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfiles de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome."
Poema: Yo Misma Fui Mi Ruta, de Julia de Burgos
Sensei Myriam


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