martes, 16 de octubre de 2012

El viaje ...

Bueno, ahora a conversar. Se acerca mi viaje a Puerto Rico y al seminario de Aikido en Humacao. Me encuentro muy emocionada por muchas razones. Las más obvias, voy a ver a mi familia. Mi hermana, mi papá, mis sobrinas y mi sobrino. Y tres pequeños ángeles en el comienzo de sus vidas, Diego, Adriana y Munah Lee que se nos han dado como regalos. Busco compartir la mayor parte de mi tiempo con ellos.

Y hay otra familia con la cual deseo compartir. Mi familia del Aikido. La experiencia de los últimos años, incluyendo los años antes de viajar a Delaware, fueron muy iluminadores. Eventos tiraron de un lado para otro dentro de mi y aunque doloroso me guiaron en un proceso de crecimiento no sólo personal sino en cuanto al arte se refiere. Vi tonos de luz y de sombra. Vi el lado oscuro del Aikido. Porque querido lector(a) Aikido tiene su lado oscuro, y ya no tengo la visión infantil e inmadura de que el Aikido es sólo luz. En realidad, si hay algo que la luz trae como acompañante inseparable es la sombra. Y ésto no es sino un proceso natural. 

Mientras escribo caigo en cuenta de por qué esto es así.  La razón de que la luz crea sombra está en nosotros, en mi, en ti. Hagamos un ejercicio mental o si quieres hazlo físicamente. Sólo necesitas salir afuera en un dia soleado. El sol es la fuente de luz natural en nuestro planeta durante el dia. Colócate frente a sus rayos por un segundo y mira hacia atrás. ¿Qué vez?. Tu sombra.

El Aikido es un arte maravilloso, lleno de principios de paz y armonía. Sin embargo, sus practicantes, nosotros, somos naturálmente densos. Y aunque la luz del arte está presente, nuestra participación en él añade particularidades muy peculiares a nuestro grado de madurez y crecimiento hasta ese momento. De la misma forma que al colocarnos frente a los rayos del sol crea una sombra por sólo estar en su paso, de la  misma forma al practicar el arte nos colocamos en medio de los principios básicos y creamos múltiples formas de acuerdo a nuestro nivel de comprensión y de desarrollo personal.

Mi viaje a Puerto Rico no es sino una parada más a lo largo de un sendero que comencé en el 1996 cuando di mis primeros pasos en este sendero en total ignorancia de lo que se trataba. Tengo dos familias con las cuales estoy deseosa de compartir. En esta ocasión más madura y espero un poco menos densa.

mcr   


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