Hace mucho tiempo atrás, cuando aún no era un yudansha (o cinturón negro), decidí escribir unas crónicas. Comencé en el dojo de mi primera maestra... Intentaba relatar allíi las luchas y esfuerzos de un grupo de mujeres que se formaban en el arte del Aikido. No fue fácil, como nunca es sencillo narrar nuestra historia en un mundo de hombres. Hay tantas dudas, concepciones erróneas, un bagaje emocional y espiritual que se ha cargado en los hombros por tanto tiempo. Aún la forma de mirarnos a nosotras mismas ha sido a través del filtro de cómo se nos ha definido por la cultura. Una cultura que no nos ha sido muy generosa....(continuará).
Sensei Myriam
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