Teniendo 45 años y sólo cuatro meses de haber comenzado mi entrenamiento en Aikido participé de mi primer seminario. Fue un dieciembre en el gimnasio municipal de Bayamón. Era viernes a las seis de la tarde. Comenzó con el estiramiento. Luego el aikitaiso. Seguido por (¡¡¡arghhh!!!) el mae y ushiro ukemi. Aún no había podido entender cómo rodar sin golpearme el hombro o meter la rodilla en medio. Tampoco sabía cómo rodar hacia atrás sin "zig zaguear". Aún así me defendí como pude. Luego comenzaron las técnicas. Algunos aikidokas compasivos entrenaron conmigo y logré sobrevivir la primera sección del entrenamiento. Llamaron a receso (¡Gracias a Dios!) de 15 minutos antes de la otra sección. Y volvimos al aikitaiso y a los ukemi...En esta ocasión entrené con un yudansha. Le agarraba la mano según lo requerido y al piso iba. Me levantaba inmediátamente y al agarre y ¡zap! otra vez al piso. Y me levantaba y al piso. El yudansha con rostro sorprendido y ojos muy abiertos me dijo: "Tienes un gran espíritu". Me sonreí sin saber a qué se refería ni por qué lo decía. Cuando me tocaba a mi no me era tan sencillo pero lo lograba una que otra vez. Al fin llamaron a sentarnos en seiza y terminar la sección. Había logrado sobrevivir mi primer dia del seminario. Me fuí rápidamente a mi casa y a dormir para recuperarme. Mañana sería otro dia de entrenamiento. No me pude levantar... me dolía el cuerpo aún en lugares que no sabía podían dolerme. Intenté levantarme pero el cuerpo me decía un rotundo : "NO" . Llamé a mi maestra para disculparme por no poder terminar el seminario. Todo el resto del fin de semana lo pasé en la cama con alagésicos. Así había terminado mi participación en este, mi primer seminario de Aikido. Esto fue en diciembre del 1996.
Sensei Myriam