¿Has tocado los pies de un infante?. Yo si y reciéntemente. Mi nieto sobrino Diego cumple este mes un año y ahora es que está aprendiendo a caminar. La planta de sus pies es suavecita y sin callos. Los callos vendrán luego con el caminar de los años cargando su peso y transitando todo tipo de camino. Habrán caminos fáciles y otros no tan fáciles. La marca y el resultado de ellos se dejarán sentir en una piel gruesa capaz de soportar peso y toda clase de objetos en el camino. A veces se romperá la piel y quizás hasta sangre. Pero, el cuerpo en su maravillosa función de curarse a sí misma reparará la piel y la hará más fuerte. Habrán capas de piel muerta en la periferia, alimentada de piel y vasos sanguíneos en las más profundas. La de afuera soportará el maltrato natural de los elementos y la de adentro la reemplazará con más capas de tejido fuerte y resistente.
¿Por qué hablo de ésto?. Porque una vez más la vida me enseña que necesito desarrollar esa capa dura de afuera alimentada de una más suave adentro. Nos encontramos con situaciones cada día que probarán el grosor de nuestra piel en el camino. Tendremos que defendernos del ataque sin perder nuestra humanidad interior. Sin perder el espíritu compasivo. El ataque es real, cada uno haciendo y viviendo según cree necesario y entiende tiene derecho. Lo entiendo y lo acepto como un hecho de la vida. Se lo reconozco a los que me rodean y me doy a mi misma ese derecho.
Entonces, lo acepto y aprendo. Y sigo caminando.
Sensei Myriam
1 comentario:
El que no tenga callos en la vida es que no ha vivido, saludos!
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