A veces el mejor regalo es el que no se recibe. ¿Por qué lo digo?. Porque no pasé mi examen de rango como esperaba. ¿Y estoy triste por ello?. ¡No!. Tengo varias razones para decirlo. Una de ellas es la importancia de aceptar la vida como es y no como quisiéramos que fuera. Vivimos en una sociedad con poca tolerancia a las desilusiones y a los contratiempos. Y en esa intolerancia interna a equivocarnos, a fallar o no lograr lo que queremos, somos tan rápidos a actos de violencia o buscar en otros las excusas de nuestros errores o fracasos. Crecer envuelve aceptar la vida como es, con sus altas y bajas y pasar al otro lado siendo más de como empezamos el camino.
Otra razón es que yo no lo hubiera aceptado de otra forma. No es posible pedir a otros disciplina y no abrirnos nosotros mismos a aceptarla. Los que estamos en posición de autoridad y somos maestros tenemos el privilegio particular de decidir sobre otros. Y en esa posición nos puede dar el síndrome de vivir una vida de muñequitos. ¿A qué me refiero?. Podríamos pensar que somos tan buenos, sabemos tanto y que ya llegamos al pináculo de nuestro desarrollo que no necesitamos más enseñanza o dirección. Que ya no nos hace falta un maestro. Si, "cartoon network" en acción. Yo no puedo vivir así. Soy brutálmente honesta conmigo misma y acepto de la vida todo. Lo bueno y lo mano sin escoger lo que me gusta y se me acomoda.
La experiencia me recuerda tanto otra experiencia seis meses atrás cuando me rompí un pie. Me preguntaban si me dolía y tenía que contestar - luego de buscar dentro de mi y la experiencia - que en realidad no. Ni siquiera en el momento de oir ese espeluznante "crack" me dolió. Sólo cuando le ponía peso me molestaba y ni siquiera ésto. El ortopeda me colocó una bota que hasta podía caminar sin muletas, y sin dolor. Lo mismo me ocurre hoy. No fue el resultado que esperaba pero fue lo que tenía que pasar. No estoy triste. Por más que busco ese sentimiento dentro de mi, como buscaba el dolor, no lo encuentro.
Así que a seguir entrenando. Le doy gracias a mi maestro Sato Sensei por su integridad. Como al grupo de maestros. Es este tipo de integridad lo que le da seriedad a lo que hacemos y garantiza que no nos convertiremos en otra cosa que no somos. Somos el resultado de nuestro trabajo y no de palabras, ilusiones o fantasías personales o de grupo. Pero, aún más, es lo que garantiza nuestro crecimiento personal y como organización.
Sensei Myriam
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