miércoles, 12 de enero de 2005

¿ A qué precio?....

¿Cuánto me cuesta?, es la primera pregunta que sale de nuestros labios cuando queremos adquirir algún objeto de una tienda. Aunque quisiera seguir viviendo en la inocente pretensión de que el mundo es esta cosa ideal que está en mi mente, la realidad insisténtemente me trae al hoy y al ahora. Ayer se me ofreció ayuda. Dije que no.

El precio es muy alto. Significa negar lo que siento bien dentro de mi y que pudiéramos por ahora llamar intuición. Esa voz que sólo uno escucha pero que está ahí. Me ha hablado en otras ocasiones y no he prestado atención, arguyendo que es mi mente o son mis miedos. Para al cabo del tiempo las consecuencias de no hacerle caso explotaran frente a mi. No es fácil cuando se está en medio de un proceso de auto-evaluación. De intentar entender cuánto de lo que sucede es una proyección de lo que hay en nuestra mente y cuánto son hechos de la vida que ciértamente están ahí. Sin embargo, no es esta la primera vez que estoy en la encrucijada del camino.

Recuerdo hace muchos años atrás cuando estando en otro lugar se vivían dos realidades. Una era la que me decían. La otra era la que yo veía día a día expresada en actitudes y acciones que no con-cordaban. Se hablaba de 'responsabilidad' y aquellos llamados a manifestarla no estaban presente.
Se hablaban muchas cosas y se vivían otras. Ese lugar fue... quedando vacio de sus más promete-dores participantes. Intereses en otras áreas los llevaron a envolverse en otras actividades de la vida. Su derecho a ello es innegable. El lugar permaneció abierto por un tiempo y aún yo tuve que tomar la decisión de buscar otro lugar donde no fuera mi presencia un conflicto de 'realidades'. La providencia o la gracia que está más allá de lo que podamos entender ya había provisto de otros lugares que mantenían viva en Puerto Rico lo que la semilla inicial había comenzado en la isla. Uno de ellos era en Mayaguez... el otro en Arecibo. Estos lugares, con sus virtudes y defectos, mantenían
'oficiálmente' vivo lo que una vez comenzó como la AAA en Puerto Rico. Dos maestros con sus estudiantes. Decidí por el de Arecibo. Allí en trabajo conjunto y de equipo logramos hacer el shodan
dos de los que carecíamos de las fuerza y la juventud pero nos sobraba empeño. Una persona nos ayudó... un cinturón negro que hizo su propósito ayudarnos a llegar a donde ella había llegado. Otra encrucijada se abría ante mi. "Y ahora qué?, fue la pregunta. Esta parte ya la conocen en parte los que leido estas columnas.

Esta es mi realidad fundamentada en hechos.

Nuévamente, ante la encrucijada que el año 2004 trajo a mi vida tuve que volver a decidir. ¿Qué hacer?... Aparente seguridad... aparente unión porque se participa de un nombre en común...cuando la realidad es que en más de 15 años no se han logrado unir para crecer. Es fácil juzgar desde afuera. Es fácil pertenecer en papel. ¿Qué es una organización sino el esfuerzo conjunto de sus integrantes?. Yo decidí por lo que es más real que las ilusiones de grandeza. Yo decidí por el trabajo de todos los días. Yo decidí por lo que es ya el resultado del esfuerzo. Decidí por lo que no es sólo mi interés personal. Decidí por lo que es la enseñanza más grande que le puedo dejar a mis estudiantes.

Si, el precio del rescate es demasiado alto. Además, ya yo no necesito que me rescaten.

Sensei Myriam

No hay comentarios.: