Vivimos nuestras vidas siempre comparándonos. Desde temprano en nuestra infancia y niñez nos dan tantas reglas para alcanzar lo que llaman " vivir bien". Se espera mucho de nosotros aún desde antes de nacer. Los adultos que nos rodearon tenían muchos planes y expectativas. Y segón pasaban los días y crecíamos olvidamos quienes éramos.Empezamos a buscar y buscar fuera de nosotros hasta que nos convencimos de " que el patio del vecino es más verde que el nuestro". Siempre hay algo mejor pero, no aquí. Como resultado de ésto terminamos comparándonos con todos y nos hallamos deficientes o incompletos. En lugar de mirarnos como el punto de referencia en lo que nuestras vidas concierne, lo hacemos a la inversa. Vemos como punto de referencia todo lo que externo a mi. ¡Con razón siempre nos encontramos incompletos!. Entonces comienza la tortura...
comenzamos sin descanso a tratar de formarnos con los " no yo" establecidos y nos per-
demos a nosotros mismos en el proceso. Esto se repite de muchas formas en nuestras vidas hasta que un día despertamos. Vemos de pronto lo tonto de vivir así. " ¿Por qué...", me pregunte en varias ocasiones, "tengo que hacer ukemi de esa única forma?"." Me duelen las rodillas". " Ya no soy tan flexibe y fuerte". "Mi cuerpo tiene una configuracón y estuctura diferente". " No puedo mantener mi peso sobre una rodilla por tanto tiempo, mientras llevo mi cuerpo hacia el frente para hacerlo rodar sobre mi brazo extendido." Finálmente, mis preguntas se extendieron del ukemi a otras áreas del arte. " ¿Por qué tengo que hacer el Aikido exáactamente en la forma que este maestro masculino de treinta tantos años, alto y fuerte?." " Mis brazos no son tan largos,mis piernas son más cortas y no las puedo abrir como él, no puedo girar sobre mis rodillas en la bola de mis pies sin dolor, mi espalda no es tan flexible para arquearla tanto...?". Tenía sólo dos alternativas: continuar esforzándome en imitar a otros en sus movimientos aunque no me era humánamente posible hacerl y terminar abandonando el dojo en frustración... o encontrarme a mi misma en el arte. Estas preguntas afectaron no sólo mi vida en el dojo... cambiaron mi vida complétamente.
Sensei Myriam
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